Revista de Ciencias Tecnológicas (RECIT). Volumen 2 (2): 58-65.
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ISSN: 2594-1925
1. Introducción
Los notables avances de las últimas décadas en las
técnicas para explorar y manipular la materia a
escalas nanométricas han traído como
consecuencia nuevos conceptos de dispositivos
nanoelectrónicos y nanofotónicos con una amplia
variedad de aplicaciones [1, 2, 3]. La integración a
gran escala de dispositivos semiconductores para
la fabricación de circuitos integrados ha alcanzado
tal grado de miniaturización que las dimensiones
comienzan a cobrar importancia fundamental en
los fenómenos asociados a la interacción luz-
materia [4]. La Ley de Moore establece que el
número de transistores en un chip se duplica cada
18 meses [5], de tal suerte que en nuestros tiempos
la tecnología de integración de transistores ha
pasado de micrómetros a decenas de nanómetros.
A estas escalas, sin embargo, los electrones dejan
de comportarse como partículas y comienzan a
comportarse como ondas, razón por la cual las
tecnologías utilizadas se encuentran en una fase de
cambio, ya que es necesario entender los
fenómenos que se presentan en la interacción luz-
materia en la nanoescala. Ante los nuevos retos de
investigación tanto básica como aplicada, se prevé
el inicio de nuevas tecnologías, como la
nanoelectrónica [5] y la nanofotónica. Algunos
autores afirman que nos encontramos iniciando la
era de los dispositivos nanofotónicos integrados
[1-4], con elementos de dimensiones comparables
a la longitud de onda de la luz, involucrando
nanoestructuras metálicas y composiciones metal-
dieléctrico. Se trata de nuevas tecnologías donde el
elemento portador de la información no
necesariamente es el electrón como en los
dispositivos electrónicos convencionales. Una de
las tecnologías que se vislumbra como promesa
para avanzar en la miniaturización de los
dispositivos es la plasmónica. En esta tecnología el
nuevo elemento portador de la información es el
llamado plasmón polaritón de superficie (PPS).
Esta nueva tecnología se basa en las
propiedades de unas cuasi-partículas conocidas
como plasmones, las cuales se desplazan en dos
dimensiones a velocidades cercanas a la de la
luz. Una de las principales aplicaciones de esta
tecnología se encuentra en el diseño de circuitos
que podrían operar a frecuencias más altas que
las permitidas por los dispositivos electrónicos
más veloces, con la ventaja de que un circuito
plasmónico al estar confinado en una superficie
metálica, podría funcionar híbridamente,
alternando señales ópticas y electrónicas.
Otra de las aplicaciones importantes de la
plasmónica es el diseño de sensores. Esto
debido a la alta sensibilidad en la respuesta de
la intensidad en la señal de la luz al inducir PPS.
Estos dispositivos ya en uso pueden detectar en
tiempo real pequeñísimas variaciones en el
índice de refracción de muestras biológicas
(dieléctrico), por lo que tienen un considerable
potencial en la exactitud de mediciones en
pruebas clínicas, tales como enfermedades
originadas por virus y bacterias, en contraste
con los largos tiempos de respuesta en las
pruebas biológicas tradicionales.
Dentro del campo de la plasmónica son
conocidas varias técnicas para inducir la
excitación de PPS. Las configuraciones de Otto
(1968) y Kretschmann y Raether (1968) han
sido descritas ampliamente [6, 7] en la literatura
especializada. Sin embargo, ambas
configuraciones requieren el uso de un prisma
con requerimientos precisos de alienación
óptica, condición que las convierte en métodos
poco viables para su miniaturización e
integración. Una tercera opción para alcanzar la
resonancia de PPS lo constituye el uso de
rejillas de difracción metálicas [7] en contacto
con superficies dieléctricas. Esta opción se
considera como una alternativa económica y
técnicamente ventajosa en el camino a las