1. Introducción
El crecimiento acelerado de la población ha
incrementado el deterioro y la
disponibilidad de agua superficial y/o
subterránea, contribuyendo al detrimento
de la calidad de vida [1]. Donde las
causas principales han sido el desarrollo
industrial y el avance tecnológico para
satisfacer el consumo masivo de bienes y
servicios, generándose cantidades
enormes de residuos. Un grupo de
contaminantes que han adquirido relevancia
son los contaminantes emergentes (CE’s).
Estos son asociados con el manejo de
sustancias químicas utilizadas en la vida
cotidiana, generando descargas de agua
residual en concentraciones variadas
desde ng/L hasta mg/L [2].
Actualmente, los efectos adversos en el
ambiente y la salud humana de los CE’s
son poco conocidos, careciendo de un
marco regulatorio confiable [3]. Dentro de
los CE’s, los fármacos han generado una
mayor preocupación debido al aumento de
su consumo y su disposición inadecuada.
Por ejemplo, la persistencia y toxicidad
de los antibióticos en medio acuoso, han
causado problemas ambientales graves en
las cadenas tróficas, representando una
amenaza para la salud pública y los
ecosistemas [4-6]. Por ello, se requieren
estrategias que permitan su eliminación
efectiva para preservar el recurso hídrico
y la calidad de vida de la población.
Las técnicas fisicoquímicas
convencionales para la eliminación de
CE’s, estrictamente transfieren los
contaminantes de una fase a otra sin
destruirlos, p. ej., la adsorción,
floculación, ósmosis inversa y extracción
[7-8]. En las últimas décadas, los procesos
de oxidación avanzada (POAs) muestran
resultados prometedores para la
eliminación de los CE’s, p. ej., la
fotocatálisis heterogénea. En este proceso,
la luz incidente interactúa con el
fotocatalizador, generando pares de huecos
y electrones (e-/h+) si la energía es igual o
superior a la banda prohibida (Eg) del
semiconductor [9-11].
Dentro de los semiconductores más
estudiados como fotocatalizadores
sobresale el óxido de titanio (TiO2) [12-
13], debido a suexcelente estabilidad
química y propiedades ópticas es un
candidato idóneo para aplicaciones
fotoquímicas, además no es toxico, de bajo
costo y fácil de sintetizar [14]. Uno de los
nanomateriales actuales más eficientes del
proceso fotocatalítico es el polvo de TiO2
P25 Degussa [15]. El cual presenta en su
composición dos fases cristalinas de TiO2:
anatasa y rutilo (80 y 20%
respectivamente), la estructura anatasa
presenta la mayor actividad fotocatalítica,
mientras que rutilo es la fase más estable
[16-17].
El TiO2 se ha utilizado en forma de
partículas pequeñas dispersas para obtener
un gran número de sitios activos y
superficie activa en los fotorreactores,
dificultando su recuperación y
reutilización [18-19]. Conjuntamente, la
radiación en suspensión es limitada, ya
que las partículas cercanas a la fuente de
radiación generan sombras que no
permiten la iluminación de las más
apartadas. Una solución viable a estas
limitaciones es la inmovilización de TiO2
en un soporte [20-21]. Sin embargo, esta
opción tecnológica ofrece nuevos
desafíos, p. ej., la adhesión al soporte, el
tipo de reactor y la distribución de la
radiación. Esto permite ofrecer un
número mayor de sitios activos para las
reacciones de oxido/reducción igual o
mayor a la dispersión de partículas en
medio acuoso [22].